ABSTRACT
Hemos leído con particular interés el manuscrito de Cedillo-Ramírez,1 titulado Acoso escolar cibernético en el contexto de la pandemia por COVID-19, en el que se hace una excelente descripción sobre un problema de suma importancia en el marco de las modificaciones actuales por la COVID-19, relacionado a la educación virtual en la población escolar. No obstante, el problema es más grave de lo que se puede percibir. Existen dos aspectos fundamentales que no se pueden omitir: las implicaciones del acoso per se a largo plazo, y la salud mental del victimario. Desafortunadamente, se ha descrito que el bullying es una situación ubicua en la experiencia escolar,2 y a pesar de que la víctima, en este caso es un niño o adolescente, puede manifestar secuelas emocionales e incluso incurrir en conductas autolesivas a nivel físico, es necesario establecer el pronóstico de dicha afectación. Stewart y otros3 realizaron un estudio en el cual evaluaron 340 adolescentes deprimidos por ser víctimas de bullying en el contexto de hospitalización psiquiátrica. Dicha investigación encontró que abstenerse de exteriorizar los sentimientos de afectación ligados al acoso, se asoció con un mayor número de intentos suicidas, siendo este más prevalente en hombres.3 Estos investigadores concluyeron que los resultados soportan un complejo entramado de factores que llevan finalmente al adolescente a la ideación suicida, por lo que es necesario instaurar programas de prevención e intervención en todas las instituciones escolares para hacer un estricto seguimiento a este tipo de eventos. De forma similar, concluyen Vergara y otros,4 posterior a evaluar el impacto de la perpetuación del bullying en una corte de 223 adolescentes, que en sus resultados destacan más la importancia del acosador dentro este círculo violento4 en comparación a otros estudios donde concentran la atención principalmente en las victimas.2,3 Por otra parte, se considera que el victimario es un individuo que presenta alteración de la conducta, lo que predispone a la persistencia de la realización de actos delictivos en años posteriores. Este problema fue planteado por Wallinius y otros,5 quien desarrolló un estudio en el cual encontraron que este tipo de comportamientos durante la etapa escolar son predictores tempranos de desarrollo de conductas antisociales agresivas, con subsecuente criminalidad e impacto negativo en casi todas las esferas sociales, durante la transición hacia la adultez.5 Se ha descrito que estos actos son una barrera frente a condiciones psicológicas/psiquiátricas inestables como la depresión, miedo patológico, ansiedad, enfermedad orgánica abandonada, problemas financieros, y la expresión del maltrato intrafamiliar.6 Por lo tanto, es de esperarse que en la actualidad, en el marco del confinamiento secundario a la emergencia sanitaria, las familias compartan mayor tiempo y espacio, intensificando y trasladando ese tipo de actitudes violentas a los medios de uso actual. El agobio del estilo de vida que llevan las sociedades actuales, que acarrean crisis económicas, sociales, educativas y culturales, acentúan este problema, incrementando el riesgo de violencia en cualquiera de sus modalidades, independientemente de variables como el género o la edad. El acoso en todas sus presentaciones, es una condición que casi en su totalidad, se convierte en un ciclo vicioso transgeneracional.7 De aquí radica la importancia de intervenir de forma oportuna sobre este tipo de dificultades, la cual muchas veces fue descuidada durante el desarrollo de la generación adulta actual, ocasionando los resultados que podrían relacionarse con las estadísticas actuales sobre violencia a nivel global.8 Es por esto que la presentación de conductas antisociales en el contexto escolar, debe ser abordado directamente por los servicios de psiquiatría y psicología clínica, en función de examinar los factores que desencadenan este comportamiento, y prevenir la persistencia de la misma, así como evitar el impacto negativo sobre los afectados, el cual claramente es significativo para salvaguardar la salud física y mental de las futuras generaciones(AU)